Yo prefiero morir luchando

 – No moriré tan fácil, soy un Guerrero.
– Si eres Guerrero, pelea con la Nada.
– Lo haría, pero no pude cruzar los límites de Fantasía.
(Gmork rió estrepitosamente).
– No le veo la gracia.
– Fantasía no tiene límites…
– Eso no es cierto, mientes!!!
– Niño tonto, no sabes nada de la historia de Fantasía. Es el mundo de las Fantasías humanas. Cada parte, cada criatura, pertenecen al mundo de los sueños y esperanzas de la humanidad. Por consiguiente, no existen límites para Fantasía…
– ¿Y por qué está muriendo entonces…?
-Porque los humanos están perdiendo sus esperanzas y olvidando a sus sueños. Así es como la Nada se vuelve más fuerte.
– ¿Qué es la Nada?
-Es el vacío que queda, la desolación que destruye este mundo y mi encomienda es ayudar a la Nada.
– ¿Por qué?
-Porque el humano sin esperanzas es fácil de controlar y aquél que tenga el control, tendrá el Poder.
(…)
Attreyu vio ante sí una gigantesca caverna en la montaña, en la que el agua negra salpicaba y chapoteaba, porque algo se movía allí dentro. Salió lentamente y se dió cuenta de que era una cabeza unida a un cuello largo y arrugado: la cabeza de una tortuga. Sus ojos eran grandes como charcos negros, su hocico chorreaba fango y algas. Toda aquella Montaña de Cuerno, Attreyu lo comprendió de pronto, era un único y monstruoso animal, una formidable tortuga de pantano: ¡la Vetusta Morla!, el ser más viejo de Fantasía.
(…)
Quien no haya pasado tardes enteras delante de un libro, con las orejas ardiéndole y el pelo caído por la cara, leyendo y leyendo, olvidado del mundo y sin darse cuenta de que tenía hambre o se estaba quedando helado… Quien nunca haya leído en secreto a la luz de una linterna, bajo la manta, porque Papá o Mamá o alguna otra persona solícita le ha apagado la luz con el argumento bien intencionado de que tiene que dormir, porque mañana hay que levantarse tempranito… Quien nunca haya llorado abierta o disimuladamente lágrimas amargas, porque una historia maravillosa acaba y había que decir adiós a personajes con los que había corrido tantas aventuras, a los que quería y admiraba, por los que había temido y rezado, y sin cuya compañía la vida le parecería vacía y sin sentido.